Tiembla mi alma.
Entre los hielos está ella aprisionada,
y no puede salir.
Entre los hielos está ella aprisionada,
y no puede salir.
En la playa solitaria, el corazón desterrado,
Ella.
Su cuerpo desnudo, despojado de artificios, mecido por la brisa,
abrazado por el viento.
Ella, desde el silencio
recuerda
que una vez fue libre,
que una vez fue amada.
Ahora,
prisionera,
en la playa deshabitada de la rutina,
encerrada
en los frágiles leños de un amor agonizante,
construidos de ausencias,
abandonos,
renuncias,
de aquellos ecos de palabras
que nunca se dijeron.
Frente a ella un mar infinito
se refleja en sus ojos,
mientras la niebla y la bruma
desdibujan fugaces recuerdos
de momentos felices.
Olas grises rompen en la orilla
susurrando en su oído canciones tristes
mientras bañan sus pies y sus manos
de honda nostalgia.
Espuma blanca, arena negra,
frío,
las olas que se alejan, huyen,
regresan, vuelven
en movimiento incesante,
inundando su ser de deseos de partir.
fluir, deshacerse, perderse,
ocultarse bajo el mar
ocultarse bajo el mar
alejarse para siempre de la niebla.
Nadie la vio evadirse,
desapareció un atardecer,
Los días pasaron,
el agua destruyó su rastro,
restos de recuerdos yacen olvidados en la arena,
desmembrados, como huesos de animales milenarios.
Al fin el desierto cubrió las dudas viejas,
las incertidumbres deshilachadas,
los sueños rotos,
los leños desgastados de su encierro.
Y después, nada.
Sólo olvido.
Sólo olvido.
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