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jueves, 28 de septiembre de 2017

Balzac y la joven costurera china


Hay películas que recordamos durante años, nos impactan por la historia que narran, por su música, por sus su fotografía, por la forma en que está dirigida, por la actuación perfecta de sus personajes o tal vez las recordemos por estar asociadas a momentos, a personas o a lugares. Son películas que nos hacen soñar, películas que nos hacen pensar .Una de esas películas que guardo en un lugar especial de mis recuerdos es “Balzac y la joven costurera china”, basada en la novela del mismo nombre de Dan Sijie.


 Una historia de amor, de amistad y de cómo la lectura, la cultura puede abrir nuestras mentes y trasformar nuestras vidas. La acción transcurre en la frontera entre China y Tíbet en la época finales de los años sesenta, los protagonistas masculinos, son dos adolescentes que son condenados por el régimen de Mao Zedong y sometidos a un proceso de “reeducación”, enviados a trabajar en las minas de una aldea perdida, en las “Montañas del Fénix”.

Sobreviven sin esperanza de regresar algún día a su hogar. Un día sus vidas dan un vuelco al encontrar una maleta con libros de Balzac, Dumas, Stendhal, Roman Roland…su asfixiante mundo se llena a partir de entonces de belleza y poesía, los libros y la música están prohibidos en la aldea, guardan la maleta en una cueva en la montaña, se reúnen en secreto a leer, ambos deciden compartir la lectura y enseñar a leer a la nieta del sastre del pueblo, una bellísima Zhou Xun de la que ambos están enamorados.

La atmósfera de la película: interiores de niebla y penumbra, tonos grises y azules, rostros que se iluminan a la luz de las velas, seda roja. La música china de Wang Pujian junto a piezas clásicas occidentales para violín.


Tras verla escribí estas palabras:
Las notas de un violín vuelan en la niebla como pájaros sin rumbo,
Mozart está prohibido en las montañas del Fénix,
Zhou llora por el hijo que nunca tendrá entre sus brazos,
el dolor de un sueño que se desvanece , lágrimas de sangre, silencio.
Rojo en la penumbra, llamas que tiemblan, sombras de ámbar.
Azul y gris en un lago de aguas negras,
Cuerpos que se encuentran a la luz de la luna.
Balzac resuena como eco en la gruta secreta,
Mientras,                     mis manos dormían en las tuyas,
Escuchaba nuestras respiraciones acompasadas,
nuestras miradas se encontraron,
reposaba mi cabeza en tu hombro,
pensaba en mi vida tan triste, eras tú mi refugio.
Serenidad. Sentía tus sutiles caricias en mi rostro y en mi pelo,
y las notas de violín perdiéndose en el silencio de la noche,
tal vez la felicidad sea ésto, solo ésto.


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