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martes, 24 de octubre de 2017

Marisa Moreno ¿reales o irreales?


 



Las fotografías de Marisa Moreno Ruiz-Zorrilla invitan a la reflexión, nos ofrecen una visión  mundo desde un prisma diferente, sensible, inteligente.  Berlín, Nueva York, Venecia o Madrid son el telón de fondo en el que surgen personajes, historias, instantes que  solo la mirada  de un artista es capaz de captar. La luz, los pigmentos, la pintura digital, son utilizados con maestría creando imágenes difíciles de olvidar. Una de las imágenes que me parece que trasmite mejor el mundo interior de esta artista, es aquella titulada “Arte en la vida” tomada en el museo de  arte moderno más emblemático del mundo.

En las cristaleras del MOMA en Nueva York, se reflejan flores pintadas por Andy Warhol y la palabra “love” pintada por Robert Indiana. La mirada de Marisa  capta esa imagen, y la pintura digital la transforma para mostrarnos el mundo de dentro, el del arte, de la fantasía,  de la contemplación, de la creatividad  que se  confunde con el mundo de fuera, el de la realidad cotidiana,   de los taxis, la gente anónima, la prisa. Real e irreal, realidad y vida que se transforma gracias al arte.

Pues el arte, sin duda, da sentido a la vida. En otra de las fotos expuestas, tomada en una calle de Venecia, una chica canta ajena a todo, una mochila, un amplificador y una botella de agua  en el suelo, su voz, su alegría llena el espacio, es posible que nunca llegue a triunfar, pero para quien tiene un por qué no importa el cómo, ni el cuando,  

 me comenta la artista esta imagen diciendo que  es una mujer, luchando por abrirse camino en el difícil mundo del arte. En la medida que despliega en la calle su torrente de voz, vence barreras y se va desembarazando  de las ataduras que inflige la vida”.


 Contemplamos Nueva York y sus rascacielos, que en la pintura digital de Marisa son “surtidores de sombra y sueño”, azules como el cielo o dorados como la riqueza y prosperidad que prometía  el sueño americano.


Vemos también  una imagen que Marisa tomó en Berlín en  el interior del Jüdisches Museum (Museo Judío).
El edificio diseñado por el arquitecto polaco Daniel Libeskind, con la intención de reflejar el vacío que dejaron los  judíos Berlineses asesinados por el genocidio Nazi, es efectivamente un edificio singular, su planta tiene forma de rayo y las ventanas  atraviesan sus fachadas de metal como  grandes rasguños, “un edificio herido” me dice Marisa, en la foto denominada “contención”, veo el juego de las sombras y las luces, la frialdad geométrica del hormigón, el sufrimiento 

contenido.

En la tienda de Apple en Nueva York, a través de su cámara,  Marisa supo ver como unos   pasos  “se evadían de las sombras”, una imagen  muy sugerente  donde las personas se ven desde una perspectiva original: a través de unos escalones de cristal. En la imagen se adivinan  las siluetas desdibujadas de la gente y los zapatos de las personas que están de pie, de nuevo sutileza y poesía visual, los juegos de luces y sombras la realidad que se trasforman bajo la inteligente mirada de la artista.


Otras imágenes nos hablan de las contradicciones de la sociedad actual, una sociedad en la que, gracias a los avances de la cirugía estética, se puede desechar el cuerpo real para diseñar un cuerpo a medida del ideal de belleza dominante: las arrugas desaparecen, los labios se agrandan, el pelo cambia de color y textura, las proporciones del cuerpo se modifican a capricho del cliente, pero en el fondo, esa belleza de quirófano no proporciona la felicidad  sino que crea seres clónicos, sin personalidad cada vez más insatisfechos.


Una sociedad en la que la libertad y el equilibrio fueron rotos un once de septiembre, un día que quedó grabado en la memoria de la artista para siempre. Muy poco antes  Marisa había estado en las torres gemelas, al ver en directo las estremecedoras imágenes de aquel día no dejaba de recordar a las personas que trató en aquel viaje, el chico del ascensor, el vendedor de camisetas…víctimas anónimas que en esos momentos morían ante sus ojos . Se encerró en su estudio y creó esta obra llamada Equilibrio Roto”.
En ella representa “edificios que saltan por el aire con radiografías  en las que se aprecian huesos y fragmentos humanos ante el dolor y la ira de la libertad”.


Por último, sobre  sus propias fotografías  Marisa aplica  pintura acrílica y digital, o imprime  directamente tintas UVI  y óleo sobre Dibond, para crear imágenes de gran impacto estético, muy hermosas, que  nos hacen transitar por paisajes urbanos o por el interior de un ordenador, creando “fantasías realistas o realidades abstractas”, que invitan al espectador a imaginar  y soñar[1].


         

[1] Para conocer más sobre  la obra de esta gran artista, su biografía y sus proyectos recomiendo visitar su  Web http://www.marisarz.com  

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